Chappie, inteligencia sudafricana
Nueva película del sudafricano Neil Blomkamp –tercera en su carrera-, en la que de nuevo se sumerge en la ciencia-ficción y en la que plantea algunas cuestiones morales que son constantes en su filmografía. En Chappie nos encontramos con uno de los temas más tratados por el cine de ciencia-ficción: la Inteligencia Artificial, y para aderezarlo, un escuadrón de la policía formado por drones, unos gángsters macarras y la ciudad de Johannesburgo como escenario.
La huella sudafricana
Lo que hace especial a Neil Blomkamp es su lugar de origen, Sudáfrica. Tanto Chappie como District 9 están ambientadas en Johannesburgo, mientras que Elisyum plantea una mega-ciudad, en cierto modo, inspirado en el Los Ángeles de Blade Runner; una mezcla de culturas e idiomas anárquico y producto de la superpoblación, la migración y las diferencias sociales y económicas.
En los tres largometrajes, el director proyecta contextos ficticios pero más cercanos a la realidad y potencialmente más creíbles que los planteados por Hollywood. Lo particular de Sudáfrica hace que el cine de Blomkamp llegue a un público internacional, que se sienta identificado con una realidad alternativa a la norteamericana.
Además del entorno, nos encontramos en las tres películas con algunos problemas de carácter global y atemporal. En District 9 revisa de forma muy interesante la segregación racial, el apartheid, el miedo a lo diferente, pero también el abuso de poder de los que están en posición de ejercer el control. Elisyum es la batalla eterna entre ricos y pobres, entre controladores y controlados, el héroe que lucha por romper las barreras para llegar arriba. Lo interesante de la historia es más la forma en la que está contada y todos los adornos que introduce el director.
Esos detalles y manera de narrar son los que hacen de Blomkamp un tipo distinto en la industria cinematográfica: la latente desigualdad social, el conflicto racial, la extraña mezcla de culturas, idiomas y razas, el inabarcable tamaño de la ciudad, la actitud de sus ciudadanos, la historia violenta del país. Todo ello se percibe en sus películas, y las hace novedosas e interesantes.
La educación como arma poderosa
En Chappie nos encontramos con algunos de los elementos de las películas anteriores, como un ejército policial formado por robots que, con el pretexto de luchar contra la delincuencia, mantiene a la población atemorizada. También se hace una reflexión acerca de la industria armamentística, así como las diferencias sociales evidentes en Sudáfrica. Sin embargo, hay dos temáticas que, en este caso, tienen mayor calado; la Inteligencia Artificial y, sobre todo, la educación desde un punto de vista pedagógico.
El robot protagonista, Chappie, es como un recién nacido, pero aprende mucho más rápido que un humano. Y en el campo del aprendizaje social, es muy importante quién es el educador y cuáles son los fines por los que se procede. Esa reflexión pedagógica de la película es quizás la más importante. La manipulación de alguien sobre el que se tiene control y la posibilidad de utilizarlo según se necesite, la importancia del entorno y de lo aprendido en los primeros pasos educativos así como la clasificación de los conceptos bueno y malo, son algunos de los dilemas morales que plantea la película.
Chappie absorbe lo que ve en sus educadores y lo asume como verdad absoluta, pero poco a poco empieza a cuestionarse algunos de esos dogmas y busca su propia verdad.
Chappie reúne a un buen puñado de buenos actores. Sharlto Copley, protagonista en las tres películas de Blomkamp, y amigo desde el colegio, es Chappie, el cual mediante procesos informáticos fue substituido por un robot en la gran pantalla.
Hugh Jackman hace de ingeniero militar afrikáner aficionado al rugby. Trabaja en la empresa de armamento robótico que abastece de drones a la policía. Dev Patel, es su enemigo, el cerebro de la empresa que logra dar con la fórmula de la Inteligencia Artificial. Sigourney Weaver es la directora de la empresa, cuyo papel es el de mediar con los dos personajes anteriormente mencionados.
Y en medio de este panorama, aparecen Ninja y Yolandi, miembros del grupo musical Die Antwoord. A pesar de debutar como actores, hacen buen papel: son unos gángsters de poca monta en aprietos que se encontrarán con un personaje que les cambiará la vida. Ninja y Yolandi aprovecharon para impregnar la película de su identidad visual –cortes de pelo, estilo de vestir, tatuajes, arte y escenografía utilizada en sus videoclips y conciertos.
Entretenida, divertida, emocionante, y con una interesante reflexión, Chappie es una película completa, que recoge el testigo de District 9 al ambientarla en el mismo lugar y mantener algunos paralelismos entre ambas películas. El espectador empatiza con Chappie del mismo modo que con Wikus Van de Merwe –el protagonista de District 9– cuando se ha convertido ya en un alienígena. Por que nos encontramos con un ser distinto perseguido por los demás por esa única condición. Un ser que ha sufrido la intolerancia y el odio demasiado pronto y cuya única salida es la lucha en la clandestinidad.
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