Acting like a maniac: Whiplash!
Whiplash, es la segunda película que escribe y dirige Damien Chazzelle, un joven realizador que ha logrado con su segundo largometraje un éxito muy merecido. Basado en un corto de mismo nombre, escrito y dirigido por el propio Chazzelle, Whiplash –la película- es una historia de superación recreada en un ambiente hostil y protagonizada por dos personalidades de mismos polos que colisionan y se repelen. Supone una vuelta de tuerca y un enfoque original al relato del sueño y la batalla por ser el mejor, también una oda y una crítica al jazz actual.
El argumento es sencillo; Miles, es un chico que empieza sus estudios superiores en una prestigiosa escuela de música como baterista de jazz. Entre todos los profesores, hay uno de ellos, Terrence Fletcher, que destaca tanto por el alto nivel de sus alumnos –ir a su clase parece ser lo máximo en la escuela- como por la exigencia y la estricta metodología docente de sus clases.
Fletcher, interpretado magistralmente por J.K. Simmons, es un hombre que trata, en todo momento, de sacar lo mejor de cada uno de sus alumnos. Les pone en situaciones límite para conseguir de ellos algo extraordinario. Y en ese punto de inflexión, es donde el individuo se derrumba y cae derrotado, o saca fuerzas e ingenio de dónde ni tan siquiera él sabía que había, y demuestra su magnífica capacidad para llegar hasta arriba. La pega es que es un profesor tremendamente estricto que juega con los sentimientos de sus alumnos, los exprime y los presiona para conseguir el punto diferencial que destape al genio escondido. Frío y calculador, provoca las reacciones adecuadas en el momento preciso para conseguir los resultados deseado.
En el camino de Miles hacia el éxito, el relato se convierte en un intercambio de golpes entre él y el profesor Fletcher. La película adquiere un suspense que mantiene al espectador en constante tensión emocional en el que la música juega un papel de vital importancia y en el que la batería es una perfecta aliada para lograr esa sensación aingustiosa. Consigue que el espectador se implique en la batalla de Miles por conseguir ese ritmo imposible, pero también comprende los argumentos por los que el profesor es un tipo tan firme.
La película es casi redonda, aunque hay algún aspecto un tanto manido, como una poco importante relación del protagonista con una chica, o una cena con su familia en la que saltan algunas chispas. En ningún caso son episodios molestos, si no que sirven para dar un respiro al espectador entre tanto vaivén.
Whiplash es también una lucha por dignificar y devolverle la magnificencia al jazz de su época dorada, un intento de deshacerse de los aburridos discos de venta en cadenas de cafeterías y recuperar la esencia perdida de una música un tanto aburguesada y adormilada. Un latigazo de intensidad educativo y fascinante que deja agotado al espectador.
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