Kill the Messenger
En 2014 se estrenó, una película que pasó bastante desapercibida por la crítica y a la que, consecuentemente, el público prestó poca atención. Quizás por que no se promocionó correctamente, a pesar de ser una buena producción y de contar con un actor de primera línea de Hollywood como es Jeremy Renner, Kill the Messenger, no logro la notoriedad que se le presume a una película con este potencial.
Kill the Messenger, basada en el libro homónimo de Nick Schou, cuenta la historia de cómo el periodista Gary Webb, destapó uno de los escándalos más importantes de la historia reciente norteamericana; la financiación de los ejércitos de las Contras en Nicaragua y El Salvador por parte de EE.UU. con dinero sacado del tráfico de drogas. Drogas que, a su vez, hicieron mella en las comunidades más desfavorecidas de varias ciudades norteamericanas.
Aunque en algunos momentos cuesta seguir la trama y ubicar a los personajes, la película narra el cerrojazo y persecución a la información destapada por Webb promovida por parte de varios instrumentos públicos como la CIA o el respaldo del gobierno, así como el apoyo de muchos medios de comunicación de corte conservador. Además, la protección de varias fuentes informativas por parte de Webb provocó que se sembrase la duda acerca de la veracidad de su información.
Otro de los factores que hizo que este asunto pasara de puntillas por los telediarios y grandes cabeceras de la prensa mundial fue que mientras el caso salía a la luz, la opinión pública estaba más interesada en el lío de faldas entre el entonces presidente Bill Clinton y su becaria Monica Lewinsky. Para algunos, el caso Lewinsky fue una cortina de humo con la que tapar un escándalo mucho mayor.
Además, es evidente que los damnificados en esta ocasión no son de primer interés para los mass media; por un lado están las comunidades más pobres de algunas grandes urbes norteamericanas, y en el otro lado los campesinos reconvertidos en guerrilleros Sandinistas en Nicaragua o del FMLN en El Salvador. Ninguno de ellos es un consumidor de información de las grandes cadenas de comunicación o un potencial lector o espectador, por lo que la cobertura informativa y la importancia que se le dio al caso fue siempre menor de lo habitual.
Las consecuencias del entramado tienen su ejemplo más claro en el barrio de Compton en Los Ángeles. Allí el Crack fue devastador para la comunidad afroamericana, no solamente por sus efectos evidentes –adicción, insalubridad, pérdida de hábitos sociales, pobreza y delincuencia-, si no también por el tráfico de drogas a nivel local, lo que llevó a la creación de bandas organizadas y armadas de carácter pseudo- militar. Con ello, vinieron muchas más muertes, rivalidades entre vecindarios igualmente afectados por el paro, la discriminación racial y, por supuesto, el consumo de drogas.
Gary Webb destapó todo el montaje: la CIA permitía que esa droga entrase en EE.UU. proveniente de Nicaragua y otros países de Centroamérica como Honduras o El Salvador, para destinar esos ingresos a financiar a las Contras (los ejércitos que combatían al Frente Sandinista, de ideología comunista).
Kill the Messenger, cuenta –como buenamente puede- toda esta compleja trama. Lo que sucede es que ni tan siquiera hoy en día se conoce toda la historia, ni los nombres, ni los datos. De modo que hacer una película sobre el asunto es muy complicado, dado que intervienen muchos factores y personajes, la escena se traslada de un lugar a otro y es difícil asimilar y seguir la narración sin perderse o dudar en algún momento.
Por otro lado, también ocurre que para que estas películas lleguen a un público generalista, se debe humanizar al personaje y hacerlo cercano al ciudadano estándar. Hay que mostrar que el protagonista también tiene conflictos matrimoniales, o que quiere mucho a sus hijos, por lo que no se puede ir estrictamente a contar la historia sin obviar otros factores a priori inverosímiles. Esta desventaja quita tiempo y enreda el guión a la hora de contar lo estrictamente necesario.
A pesar de todo ello, la película es buena; entretenida, interesante y sirve para picar la curiosidad del público acerca de la historia. Tiene muy buen ritmo, engancha y otro punto a favor es que refleja de forma muy real al periodista. En la conciencia colectiva del espectador está la imagen del periodista al que siempre se le ha retratado como un profesional incansable, en el filo de la navaja, destapando casos o cubriendo sucesos de impacto.
Nada más lejos de la realidad; antes de destapar el caso, Webb es un periodista de poca monta que se ocupa de casos de poco interés para un periódico local.El trabajo bien hecho y la constancia le llevan a destapar la trama que él bautizaría como Dark Alliance.
Con buenas interpretaciones, algunas de ellas casi testimoniales, nos encontramos a Andy García, Ray Liotta, Barry Pepper o Paz Vega, entre un elenco de muy buenos actores. Además, Jeremy Renner lo borda en el papel de Gary Webb. Michael Cuesta es el director, que entre otras interesantes producciones, ha dirigido varios capítulos de Homeland, por lo que es de suponer que le va el tema de las conspiraciones de este tipo.
No cabe duda de que es una producción valiente y arriesgada, por que trae de nuevo a la opinión pública una mancha de la historia norteamericana reciente, que seguro que ha incomodado a muchos poderosos. Una buena forma de honrar al individuo y al profesional, a su trabajo y dedicación.
Buena banda sonora, con canciones de The Clash, Paris, Social Distortion o Pearl Jam.
Webb, que ganó el premio Pulitzer por destapar y hacer público el caso, murió en 2004, con dos disparos en la parte posterior de la cabeza. La policía determinó que fue un suicidio. El misterio de la muerte de Webb todavía no se ha resuelto.
Comentarios 1 Comentario
Interesante, MUY
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