Soziedad Alkoholika y la libertad de expresión
Recientemente volvió a ser noticia el grupo de música Soziedad Alkoholika debido a la prohibición de su concierto programado para el pasado 14 de marzo.
Los motivos: las autoridades competentes –en este caso el Área de Gobierno de Seguridad y Emergencias y la Policía Municipal de Madrid- consideraron que en el concierto se preveía que pudieran producirse alteraciones del orden público con peligro de personas y bienes. Amparados en la Ley de Espectáculos, que prohíbe actividades que inciten o fomenten la violencia, el racismo, la xenofobia y cualquier otra forma de discriminación o que atenten contra la dignidad humana, se decidió proceder a la suspensión del concierto de forma unilateral e irrevocable.
El caso S.A.
El grupo Soziedad Alkoholika (S.A.) fue denunciado en 2002 por la AVT por presunto enaltecimiento del terrorismo. Primero el juez Baltasar Garzón y después Grande-Marlaska archivaron y sobreseyeron el caso rechazando y anulando así las acusaciones de la AVT. El juicio finalmente se celebró y los miembros de S.A. quedaron absueltos de los delitos que se les imputaba. El grupo calificó estos hechos de persecución ideológica y se mantuvo en sus derecho al ejercicio de la libertad de expresión.
Lamentablemente, desde que este episodio tuvo lugar, el grupo ha visto mermada su capacidad de tocar en muchos puntos de la geografía española. Puede que dos importantes jueces respaldasen su derecho a tocar y a expresarse del modo en que lo hacen, pero su capacidad de trabajar y ganarse la vida con ello, así como la divulgación cultural que supone la promoción de música en directo, se ha visto afectada notablemente por la diferencia de opinión de muchos con capacidad de decidir sobre si un concierto se celebra o no.
Je suis Charlie et je suis hypocrite
La suspensión del concierto de S.A. se produce con la aprobación de las altas esferas de la política madrileña y con un informe de la Policía Municipal como detonante.
Miembros de altas esferas que no dudan en manifestarse a favor de la libertad de expresión cuando cualquier atentado contra esta sucede, bien sea en otro país o en un marco en el que le interesa. Como recientemente ocurrió con el caso Charlie Hebdo. Resulta interesante ver cómo esos mismos que salieron a la calle a manifestarse, o que twittearon con el hashtag Je suis Charlie, son ahora artífices o cómplices de este atentado contra la libertad de expresión. Lo que ocurre es que eso que expresan S.A. no les gusta.
Nos encontramos con un verdadero ejemplo de hipocresía política. Doble vara de medir para casos de misma problemática. Hay que tener en cuenta que se absolvió de toda acusación al grupo y se avaló su forma de expresión, y también es importante conocer que en ningún concierto del grupo se ha producido nunca cualquier tipo de altercado, motivo principal en el que se escuda la Policía para suspender el concierto.
Todo indica pues, que se trata de una maniobra política y policial por suspender un concierto –de iniciativa privada- que no les gusta. Lo que resulta insultante al ciudadano es la hipocresía de la que hacen gala los políticos al defender la libertad de expresión y limitarla según les venga en gana.
Madrid contra la música
Es un hecho lamentable que en una capital europea se prohíba un concierto a una banda con una trayectoria musical de casi 30 años, que ha sido absuelta de las acusaciones pertinentes, que es historia viva de la música rock estatal, que cuenta con el que es posiblemente el mejor baterista europeo y de los mejores del mundo, una banda con reconocimiento y seguidores a nivel internacional. Una banda que debería ser un motivo de alegría para los políticos, aunque no lo reconocieran de forma pública, aunque en sus letras les azoten y les critiquen, pues están generando riqueza cultural y económica y ayudan a fomentar un pensamiento crítico, siempre sano y necesario en una sociedad progresista.
Con la prohibición, el Ayuntamiento de Madrid se pone una medalla más en su particular cruzada contra la cultura y más concretamente contra la escena musical, la cual están anulando en todas sus formas. Medidas estrictas para las salas que programan conciertos, multas desmedidas para los que incumplen esas medidas, nulidad de oportunidades promovidas por el ayuntamiento para nuevas bandas y todo ello sumado al IVA cultural, ha hecho que Madrid quede a la altura de un pueblo provinciano en comparación con otras ciudades europeas en cuanto a la música en directo se refiere.
En este panorama, es complicado que Soziedad Alkoholika pueda tocar pronto en Madrid. Esperemos que el panorama cambie.
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